day dresses

Este original jarrón está decorado con brillantes tonos naranjas que adornan su forma volcánica. Daeng Thanunchai Esta pieza está hecha a mano a partir de bambú enrollado, lo que la convierte en una fascinante obra de arte con antiguas técnicas de lacado. Una pieza magnífica, este jarrón es el regalo ideal para la inauguración de la casa. No es hermético.

Para completar esta pieza, primero se talla una cesta de bambú enrollada en un torno para darle la forma deseada. Luego se aplica al objeto una mezcla de laca (obtenida de árboles) y cenizas de cáscaras de arroz quemadas. Al exponerse al aire, la mezcla se seca para formar un sello hermético que se pule antes de aplicar otra capa. Este proceso se repite hasta formar una base rígida y se realiza un pulido final con papel de lija. Luego se pintan varias capas de laca pura sobre el objeto, con períodos de secado entre cada capa.

La obra se pule parcialmente con papel de lija siguiendo un patrón predeterminado, generalmente concéntrico, y se aplican sobre la superficie varias capas de laca de distintos colores, dejándose secar el objeto durante unos días. El proceso es idéntico para cada color siguiente, alternando sesiones de lacado y pulido hasta conseguir el diseño. La última capa se lava con agua y se pule con arcilla cocida en polvo, ofreciendo un brillo irresistible.

Este jarrón decorativo magistralmente tallado de Sarwaedi de Bali se inspiró en la leyenda javanesa de Naga Baru Klinting. La sutil aplicación de pintura y detalles dorados le dan al jarrón la apariencia de una antigüedad atesorada.

Según la leyenda, Baru Klinting era un dragón que le prometió a un sabio que podría rodear todo el volcán Merapi en Java Central para demostrar que era el hijo del sabio, pero no lo hizo. En cambio, el dragón usó su lengua, lo que enfureció al sabio, y el sabio blandió una espada para cortarle la lengua. El dragón cayó a tierra. Luego, las personas que vivían cerca del volcán cortaron el cuerpo del dragón y se lo llevaron a casa para hacer un festín. De repente, apareció un enano y puso un palo en la tierra, y dijo que se llevaría toda la carne del dragón si nadie era capaz de quitar el palo. La gente lo intentó porque no quería perder la oportunidad de un festín, pero ninguno pudo hacerlo. Entonces el enano quitó el palo del suelo, y de repente en ese lugar el agua comenzó a inundar todo el pueblo, convirtiéndolo en un manantial que está presente hasta el día de hoy. Más tarde, otro sabio reveló que el enano era el alma del dragón, enfurecido con las personas que intentaron comerse su cuerpo.