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Con el cuello arqueado en una pose amenazadora, el dragón toma forma en una talla de madera de suar de Seji Taram. Él representa hábilmente cada colmillo y garra, detallando las intrincadas escamas de reptil. Los dragones son un tema recurrente en el arte balinés, venerados por su divinidad.

La leyenda del dragón y la perla inspira a Seji Taram mientras talla una escultura de poderosa belleza. El dragón Kinabalu guardaba una gran perla que deseaba el emperador chino. Envió a Wee Ping y Wee San a buscar la perla para recuperarla, y Wee San ideó una manera de engañar al dragón y robar la perla esperando hasta que Kinabalu saliera a buscar comida. Luego los hermanos volarían a la cima de la montaña en una cometa, tomarían la perla y la reemplazarían por una falsa. Sin embargo, Kinabalu no se dejó engañar y fue tras los hermanos, que ahora estaban en su barco. Cuando el dragón se acercó, Wee San ordenó que le dispararan con el cañón y Kinabalu, pensando que la bala de cañón era su preciosa perla, se la tragó y murió. Wee Ping mintió y dijo que había sido él quien había ideado el plan, y que fue él, no su hermano, quien logró robárselo al dragón. Wee San no quería más problemas por la tonta perla, así que no dijo nada y abandonó China. Con el tiempo se convirtió en el feliz gobernante de Brunei. Wee Ping no tuvo tanta suerte, porque sus mentiras no le produjeron más que tristeza.